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jueves, 14 de abril de 2011

Slash sacudió al Orfeo Superdomo


El tipo es un ícono del rock & roll, qué duda cabe. No sólo está el toque de su viola sino también su imagen: rulos interminables, sombrero de copa y la Gibson Les Paul dorada que parece una extensión de su cuerpo. Y también talla la leyenda. Porque pese a que aún es joven (40 y pico), sobre sus espaldas descansa todo un anecdotario de vida al borde, abonado como corresponde en los años de ese escándalo interminable que representó Guns N’ Roses, alguna vez la banda más salvaje del planeta. Que tiene un marcapasos, que devora groupies con fruición, que esto, que lo otro.
Ese ícono tiene nombre (Saul Hudson) y un sobrenombre. Es Slash, que anoche se dignó a tocar en el Orfeo Superdomo ante una audiencia calculada en 5.000 personas. Lo hizo en compañía de una notable banda de acompañamiento con la que logró revisar algunas páginas de su reciente disco solista (Slash), otras de Velvet Revolver (la más reciente de sus traumáticas experiencias grupales) y casi todo el disco Appetite for destruction, el disco debut de los Guns que, a fines de los ’80 – comienzos de los ’90, destronó al pop de los charts.
Junto al cantante Myles Kennedy (voz y guitarra), Bobby Schneck (guitarra), Todd Kerns (bajo) y Brent Fitz (batería), Slash apareció en escena a las 21.30 puntualísimas que marcaba el ticket. Obvio que sólo el riff del tema Ghost, de su reciente disco solista, deja groggy a la multitud, pero es su estampa la que termina por noquear. El sonido fue bestial y la actitud de Slash del tipo “te voy a volar la peluca, ni lo dudes”. El resto, en tanto, hizo su trabajo con responsabilidad y buena onda.
Claro que él más “relojeado” resultó Myles Kennedy, quien tuvo que bancar la parada a la par de un violero que ya está en la historia del rock y ha compartido tablas con los carismáticos Axl Rose y Scott Weiland. Hay que decir que la sobriedad de Kennedy no estuvo reñida con la entrega sentida (no demagógica) y terminó conformando a todos. Como ya se insinuó párrafos arriba, la lista pareció diseñada por un fan. En ese primer tramo sonaron clásicos gunners (Night train, Rocket Queen y Civil war) mezclados con otro de Velvet (Sucker train blues) y uno más de Snakepit (del grupo que Slash tuvo apenas abandonó los Guns), Mean Bone.
El pogo en el campo segmentado fue de movimiento sísmico. Luego de eso, hay una revisión del disco realizado junto a cantantes invitados (suenan Starlight y Dr. Alibi, que en Buenos Aires tuvo a su voz original, Lemmy). También se le cede protagonismo a Kennedy (canta un tema de su banda, Alter Bridge) y un solo de viola ensamblado con el tema de El padrino. Efectismo rocker por el mejor…
Hacia el final pintó Sweet child o’ mine (o de cómo una balada puede erotizar a los chicos duros) y un pack de temas para volver a usar la escala de Richter: My Michelle, Mr. Browstone y Paradise City. Este último, casi el Ji ji ji de los Guns.
Gran show. A la salida, todo el mundo lucía decapitado.

Fuente: lavoz.com.ar

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